Recientemente, el Gobierno de la Ciudad de México dio a conocer los nuevos puntos para el consumo lúdico de marihuana, denominados 4:20, con el fin de crear espacios de tolerancia para el consumo individual, de manera responsable y conforme a lo establecido en la ley.
Uno de esos puntos es la Plaza de la Concepción, cerca del cruce de la calle Belisario Domínguez y el Eje Central, en el Centro Histórico. En medio de esta plaza, uno de los espacios más antiguos de la ciudad, rodeada por varias viviendas y comercios, se levanta una modesta capilla; pero no muchos saben que, durante años, no fue un sitio dedicado a la oración, sino una silenciosa morada para los muertos.
Esta capilla fue levantada en una plazuela ubicada en lo que alguna vez fue Cuepopan-Tlaquechiuhca, uno de los barrios de la antigua ciudad de Tenochtitlan, donde tuvieron lugar varias batallas entre los tenochcas y los tepanecas del pueblo de Azcapotzalco. Con la llegada de los españoles, el barrio se transformó pero la plaza conservó el nombre de Cuepopan.

Formó parte del convento de la Inmaculada Concepción
En ese lugar, en 1530 se construyó el convento de la Inmaculada Concepción, uno de los más grandes e importantes que llegó a tener la ciudad en aquella época y del cual solo se conserva la iglesia y parte del claustro. Más tarde, a mediados del siglo XVIII se construyó frente a él la capilla.
El pequeño templo fue dedicado a Santa Lucía de Siracusa, sin embargo, como formaba parte del conjunto conventual de la Concepción, la gente del rumbo la conocía como Capilla de La Conchita. Pero a pesar de su ubicación, a finales del siglo XVIII cayó en desuso y fue abandonada.

Un tranvía recogía los cadáveres para llevarlos al Panteón de Dolores
Cuando se publicaron las Leyes de Reforma, a mediados del siglo XIX, el ayuntamiento de la ciudad adquirió el inmueble para darle un uso distinto al de practicar la fe: se convirtió en depósito de los cadáveres de personas que no tenían recursos para pagar un funeral. Según los relatos de la época, los cuerpos permanecían en el lugar hasta que eran recogidos por “la gaveta“, un tranvía que los trasladaba al Panteón de Dolores, por el rumbo de Chapultepec.
Debido a ese lúgubre pasado, a la Capilla de La Conchita, en la plaza del mismo nombre, donde a partir de ahora se consumirá marihuana de manera lúdica, se le conoció también como Capilla de los Muertos.