fbpx


La Marina, la cloaca y el Waterloo de la 4T

Publicado el: September 12, 2025

Es una decisión valiente -o profundamente ingenua- de la presidenta. La secunda García Harfuch con la promesa de que no habrá impunidad. Pero el enojo que exhibió Sheinbaum desde la palestra de Palacio nos obliga a preguntar: al decidir proceder, ¿terminará haciéndose harakiri político o todo esto es, en realidad, un cálculo frío para blindarse ante la opinión pública durante al menos cinco años más?

Conviene dudarlo. Las preguntas que surgen, cada vez más numerosas y graves, no solo golpean a su gobierno: alcanzan de lleno al sexenio anterior.



Bien está que se procese a los culpables. Pero, ¿por qué no se actuó durante más de dos años? Si bien es cierto que las investigaciones requieren tiempo -según justificó la presidenta en su mañanera-, ¿por qué nunca se detuvieron las operaciones de los buques?, ¿por qué se permitió que siguieran navegando como si nada?

Estas preguntas no son ociosas. La Unidad de Inteligencia Financiera puede congelar cuentas y operaciones en un abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué no lo hizo con los marinos y empresarios involucrados? Si Hacienda congela cuentas por un simple retraso de un día en la declaración de impuestos, ¿qué impidió aplicar la misma severidad a estas redes de corrupción?

No olvidemos: López Obrador anunció varias veces el “fin del huachicol”. Se enojaba -igual que Sheinbaum ahora-, cuando algún reportero osaba dudar. El famoso pañuelito blanco, que presumía como certificado de pureza, terminó siendo -si acaso- un abanico para disipar el hedor a corrupción. Hoy sabemos que ese tufo impregnó a la Marina, a Aduanas y a medio aparato gubernamental.

La gigantesca red de huachicol, de la que apenas se conoce la punta del iceberg, muestra que el sexenio pasado salpicó a todos los niveles del gobierno federal. A todos. Si el secretario de Marina sabía que sus sobrinos políticos estaban embarrados, ¿de verdad podemos creer que el presidente no estaba enterado? En ese examen AMLO reprobaría incluso en una encuesta hecha a modo.

Resulta inverosímil creer que solo siete personas -cuatro marinos y tres funcionarios- estén involucradas. Tan absurdo como aceptar que un empleado con sueldo de 18 mil pesos pudiera despilfarrar 60 millones en apuestas.

Doloroso, sí: la Marina, orgullo nacional, convertida en lavadora de dinero, traficante de armas y diésel para el crimen organizado, y en operadora de huachicol fiscal para evadir impuestos.

Las lecturas más simples suelen ser las correctas. Y aquí la conclusión se impone: la trama es tan grande que resulta ridículo suponer que las altas esferas no estaban al tanto. Hablo de directivos de Pemex, de aduanas, de secretarios del gabinete. Quien presumió acabar con la corrupción y el huachicol solo consiguió multiplicarlos.

Es cierto: hoy se procesan culpables y salen a la luz operaciones que se cuentan en cientos de millones de pesos. Pero no confundamos esto con un “maxiproceso”. No lo es. La presidenta y su gabinete cuidan con esmero no tocar a los peces gordos. De esos, todavía nada.

Tres en raya

1. Ni se toca a los peces gordos ni se deja ningún cabo suelto entre los de abajo. El nombre del juego parece ser: blindar a los altos mandos.

2. Una vez más, después de la visita de un funcionario estadounidense, el gobierno mexicano hace “maravillas”. Ya es tradición.

3. Adán Augusto López, en su infinita soberbia, sugirió a la oposición ir de rodillas a la Basílica de Guadalupe “a ver si les hace el milagro” de que López Obrador comparezca por el huachicol. Más bien proyectó el milagro que él mismo implora: que no lo llamen a rendir cuentas ni por huachicol, ni por La Barredora, ni por lo que de hoy a una semana se acumule en su expediente… aquí o en Estados Unidos.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

COLABORADORA

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM

EEZ