fbpx


Zelenski en ruinas, Putin en escena

Publicado el: August 24, 2025

En la historia reciente, pocas guerras han estado tan marcadas por la manipulación simbólica como la de Rusia y Ucrania. Volodimir Zelensky no solo llegó al poder con la narrativa del outsider convertido en héroe democrático, sino que se transformó en el producto más acabado de la propaganda occidental: un presidente convertido en actor de guerra, vendido como mártir, como símbolo épico de la libertad. En la práctica, fue reducido a títere de las potencias occidentales, obligado a sostener un guion ajeno, mientras su propio país pagaba el precio con sangre y ruinas.

Al otro lado, Vladimir Putin fue proyectado como la caricatura de un villano absoluto. Una falsa imagen de un líder irracional, casi demoníaco, repetida hasta el cansancio en los medios occidentales. Esta simplificación grotesca ignoró lo esencial: Moscú actuó con cálculo, paciencia y estrategia de largo plazo, mientras sus adversarios apostaban todo a la narrativa y a las sanciones. La “falsa verdad” sobre Putin fue necesaria para justificar una política europea y estadounidense que no podía admitir su propio fracaso.



Europa, atrapada entre su retórica y su impotencia, es el gran perdedor silencioso. Con su industria debilitada, sus calles agobiadas por la inflación y sus ciudadanos pagando una guerra que no era suya, Bruselas se limitó a ser escenario de un conflicto que no controla. La Unión Europea, que aspiraba a hablar con voz propia, terminó subordinada a Washington y convertida en espectadora de su propio declive.

El reciente encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska marcó un punto de inflexión. Fue la primera vez que Putin pisó territorio occidental desde el inicio de la guerra y, aunque no hubo acuerdos formales, el verdadero triunfo fue simbólico: el líder ruso volvió a ser tratado como interlocutor legítimo en el escenario internacional. El recibimiento protocolario, los saludos con alfombra roja y la apertura de un canal de diálogo directo mostraron que Moscú ya no está aislado. 

Pocos días después, Trump recibió en la Casa Blanca a Zelensky junto a varios líderes europeos. El gesto buscaba mostrar unidad, pero el trasfondo fue claro: el eje de la negociación ya no está en Bruselas ni en Kiev, sino en Washington y Moscú. Trump anunció que había hablado con Putin sobre organizar un encuentro directo entre los presidentes ruso y ucraniano, seguido de una cumbre trilateral con su mediación. 

La paradoja es evidente. Zelensky, el héroe prefabricado de la narrativa occidental, empieza a derrumbarse bajo el peso de las derrotas y el cansancio de sus aliados. Putin, el demonio construido por la propaganda, reaparece fortalecido y con mayor margen de maniobra. Y Europa, debilitada por sus propios errores, queda reducida a la impotencia, observando cómo se redefine el orden mundial sin que pueda intervenir.

La guerra continúa, las víctimas siguen acumulándose, pero la lógica del poder se ha impuesto sobre el teatro ideológico. Occidente construyó ficciones para enmascarar sus fracasos estratégicos; ahora, esas ficciones se derrumban ante la evidencia.

POR TALYA ISCAN

Catedrática de la FCPyS, UNAM; UP.

@TALYAISCAN

MAAZ